Por Thalia Morales
Confieso que tengo una leve obsesión por las ballenas.
Siempre había querido realizar un avistamiento, pero no había tenido la
oportunidad. Pero llegó el día.
Fotos: Cortesía de Fundación Mar Viva
La primera vez que las vi, fue en el
archipiélago de Las Perlas, en el año 2014, gracias a la bióloga de origen
estadounidense Anne Gordon de Barrigón, especializada en el avistamiento de cetáceos en aguas panameñas.
Fue una de las mejores experiencias que he tenido en mi
vida, ver saltar a estos mamíferos que pesan 40 toneladas, es inigualable. Un
sentimiento de paz invadió hasta lo más profundo de mi ser. Ese día pudimos ver
a unas 10 ballenas, algunas con sus crías. No estaba nada mal para ser la
primera vez.
Fotos: Cortesía de Fundación Mar Viva
Sin embargo, me tocó ver algo muy usual y que no debe ser,
detrás de una sola ballena había hasta cinco embarcaciones para avistarla, lo
cual está prohibido según el reglamento de avistamiento responsable de cetáceos
en Panamá.
Ese mismo año, estuve en el Parque Nacional de Coiba, y
también experimenté apreciar a estos hermosos animales.
Un año después, le prometí a mi madre, que la llevaría a
verlas; es así que fuimos hasta la provincia de Chiriquí, la que me vio nacer.
Me llevé a mis padres y esposo, quienes apreciaron a estos maravillosos
animales en el golfo de Chiriquí, para la experiencia contamos con los
servicios de La Cocaleca, quien también realizan estos hermosos paseos.
La cuarta vez fue el año pasado, durante una visita a la
isla Paridas, también en el golfo chiricano, en donde una ballena nos siguió por
varios minutos en el bote en el que estábamos, mientras realizábamos pesca
artesanal y la quinta ocasión, fue con Jorge Lam, de Panamá Deep Waters, con
quienes realizamos un tour de pesca de fondo en la bahía de Panamá, cerca de la
isla de Taboga.
Se siente algo de nervios, adrenalina y muchas ganas de llorar de lo maravillosas que son y sobre todo debido al gran tamaño del
mamífero, que pueden llegar a medir entre 14 y 10 metros en el caso de las
yubartas o jorobadas, que son las que más se aprecian en nuestras aguas.
¿Lo
mejor? Las he podido ver ejecutar sus acrobacias, como extensión de las aletas pectorales,
golpes con la cabeza, coletazos. Eso sí, el botero debe conocer las normas del
avistamiento responsable, para no dañarlas o estresarlas.
En mi caso, pude hasta escucharlas a través de un
hidrófono, ya que en la zona de reproducción emite sonidos conocidos como
cantos.
¿De dónde vienen y por qué?
Vicente del Cid, gerente de Mercados Responsables de Fundación Mar Viva, manifiesta que las ballenas realizan un recorrido de más de ocho mil kilómetros y vienen del sur, “para
estacionarse en las aguas someras, es decir poco profundas, además de que cuentan
con una temperatura cálida, lo cual lo hace óptimo para tener a sus crías”. Esto sucede entre los meses de junio hasta el mes de finales de octubre, o principios de noviembre.
Fotos: Cortesía de Fundación Mar Viva
¿Qué animales se pueden avistar?
En Panamá se puede
apreciar delfín manchado de Pacífico, Orca, Ballena de Bryde, cachalote, delfín
nariz de botella, delfín Calderón, Zifio De Cuver y las ballenas jorobadas, que
son las que más se aprecian desde junio hasta noviembre en las costas
panameñas, según cuenta Del Cid.
Avistamiento
responsable de cetáceos
Para reducir la
perturbación de los mamíferos marinos y respetar su espacio en el mar, la
Fundación MarViva (que lidera
acciones para apoyar a los gobiernos y usuarios de los recursos naturales en la
conservación y gestión efectiva de los hábitats y ecosistemas marinos y
costeros mediante una estructura regional, con sedes en Costa Rica, Panamá y
Colombia) gracias a proyectos
desarrollados de manera conjunta con nuestros aliados (como BID-FOMIN, PNUD,
ATP, MiAMBIENTE y UMIP confeccionaron materiales informativos, guías y manuales
de buenas prácticas de avistamiento, que se encuentran disponibles de manera
digital en la página web de la fundación (www.marviva.net/publicaciones).
Fotos: Cortesía de Fundación Mar Viva
De igual forma, cuentan
con una serie de charlas para los boteros de las regiones del país en donde
tienen presencia, como en el golfo de Montijo en Veraguas y el golfo de
Chiriquí principalmente para promover las buenas prácticas, de acuerdo con el gerente
de Mercados Responsables de Mar Viva.
Fuentes: Vicente del Cid, gerente de Mercados Responsables de Fundación Mar Viva.
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